(Texto Germano Bonaveri y mùsica germano Bonaveri, Antonello D'Urso)
Exploro con cautela el silencio,
abriendo los ojos en la oscuridad
para observar el color de la noche,
porque en la ausencia un color lo tiene.
Vagabundo desde días
en estas ruinas
que un tiempo fueron
mi ciudad.
Busco entre las ruinas mi nombre,
ese con el que alguien me recordaráNo sabría decir si hubo un instante
en el que decidì partir
y si alguien llorò,
pero no es importante...
y aunque si lo fuese no lo quisiera saber
porque aquí, en esta vacuidad insolente,
en esta esquina de eternidad
no encuentras a nadie, nadie se asoma
desde esta ventana hacia la nada,
aqui nadie te abraza o te consuela,
aquí el alma está sola,
aquí solo hay ausencia,
con su bonito color,
aquí ninguna palabra,
ningún ruido,
ni siquiera un respiro.Hay un arcano del cual no te contaré porque solo desde aquí puedo comprenderlo
y como sabes en el lugar desde donde me encuentro, ninguna palabra tiene significado. Es en el siglo
veinte que podrás acojer, cuando sabrás reconocer el sufrimiento del prójimo, cuando habrás dado
espacio dentro de ti al sentimiento de la compasión.
Solo entonces, impalpable, lo veràs brotar desde el borde de tus abismos. Investígalo, búscalo:
es el lugar en donde apoya el compás del universo, el lugar inesperado de la conciencia, de donde
todo se extiende y se contrae.
La añoranza y la intención,
cada palabra,
cada pensamiento mío
no tienen sentido ni razón:
no tengo pasado ni futuro.Toda la historia sucede en este instante,
me encuentro en el centro
de la evoluciòn
y todo aparece claro,
todo es contingente
y si no lo fuese
no es tan importante
porque aquí,
en esta vacuidad exaltante,
en esta herida en la eternidad
no encuentras a nadie,
nadie se asoma,
desde esta ventana hacia la nada:
el universo te abraza
y te consuela
aquí el alma vuela,
aquí solo hay ausencia
con su bonito color,
aquí ninguna palabra,
ningún ruido,
aquí te vuelves respiro.
Yo estoy bien.
En este mas allá’ todo ocurre al mismo tiempo, aquí las cuatros medidas de el universo: altura, largo, ancho y profundidad
se desvelan y ningún pensamiento es posible. Es como estar en la cima de una torre altísima, en un día de cielo sereno:
se puede ver todo alrededor, pasado, presente y futuro, solo hay que saber mirar lo que es.